lunes, 5 de marzo de 2018

LAS MUJERES EN EL FLAMENCO

Las mujeres viven un gran momento en el mundo del flamenco, pero no siempre ha sido así. Aunque siempre ha habido mujeres en el baile, el cante y el toque, durante años se han visto abocadas al anonimato del hogar.
El flamenco nace a mediados del siglo XVIII en Andalucía, pero sus raíces se remontan a épocas más antiguas. Hay quienes sitúan el origen del flamenco en la España árabe, con los cantes monocordes islámicos. Otros incluso se retrotraen a varias siglos atrás, a la época de las ‘Pullae gadatanae’ (muchachas gaditanas), nombre que se les daba a todas las bailarinas del sur de la Baetica que entre los siglos I a.C. al IV d.C. viajaban hasta Roma para actuar ante el emperador romano.  Y es aquí, en estas danzas donde algunos sitúan el origen del baile flamenco.
Al principio, los espectáculos flamencos se producían en entornos familiares o en reuniones muy restringidas y dirigidas a un público muy concreto. Con la apertura de los cafés cantantes en el siglo XIX, el flamenco pudo abrirse al público en general. Los cafés cantantes eran locales de ocio donde, además de despacharse bebidas, se ofrecían espectáculos de cante, toque y baile y en los carteles de esos espectáculos no faltaban los nombres de mujeres.
Aunque la mayoría se dedicaban al baile, también había cantaoras como Mercé “La Serneta”, maestra en el cante por soleares. A ella se le atribuye la creación de hasta siete estilos diferentes que han llegado hasta nuestros días. En esos cafés también había guitarristas, como Anilla la Gitana, que lo mismo estaba al toque que al cante.
El mundo del flamenco siempre ha estado rodeado de machismo y ser mujer y dedicarse al flamenco no estaba bien visto. Desde las pioneras del siglo XIX hasta los años setenta y ochenta del XX las mujeres quedaron relegadas al hogar. Las que a pesar de todo decidieron dedicarse al flamenco, no tuvieron una vida fácil. Muchas de las artistas que se atrevieron a cantar o a bailar en público sufrieron malos tratos y vejacionesLa cantaora Concha la Peñaranda fue asesinada y la bailaora Juana Antúnez se suicidó.
La mayoría de las mujeres que siguieron adelante en el mundo del flamenco tuvieron que optar por la soltería, como Fernanda y Bernarda de Utrera o la Paquera de Jerez y las que se casaron tuvieron que dejar una espléndida carrera. Para ellas el mundo de lo público estaba prohibido y, como mucho, solo podían exhibir su arte en casa y fiestas familiares.  A pesar de todos los inconvenientes con los que se encontraban, algunas mujeres consiguieron llegar lejos. El máximo exponente es Pastora Pavón, “La Niña de los Peines”, que subió a los escenarios a los 8 años y que ya no se bajó de ellos. La de La Niña de los Peines es la voz más reconocida de la historia del flamenco, no en vano, en 1996, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía declaró los registros sonoros de su voz Bien de Interés Cultural.
Esa tendencia de cantaoras encerradas en sus casas comenzó a cambiar a partir de los años setenta y en los ochenta, con la proliferación de festivales flamencos en Andalucía, las peñas y los tablaos, las mujeres volvieron al escenario público de este arte declarado en 2010 por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Ya en pleno siglo XXI las mujeres no tienen que esconderse en casa y comienzan a ocupar el lugar que les corresponde en el flamencoJuana la del PipaLole MontoyaEstrella MorenteEsperanza FernándezRocío Márquez o María Pagés son algunas de las mujeres que están teniendo un protagonismo especial en el mundo del Flamenco,  y al que llegan con fuerza gente joven como María Terremoto, Lela Soto o Rosalía Vila al cante; Belén Novelli o Antonia Jiménez al toque; y Carmen Ruiz o Rosana Aguilar al baile.

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